febrero 05, 2012

Para estos días de trabajo rutinario con jefes, horarios, deberes que cumplir (que algunos llamarían "órdenes"), reprensiones, sonrisa que en el fondo a veces grita "Why so seriouuus?", clientes, cuentas, platos y esas cosas:

Exijo mi derecho
a no tener habilidades para todo
a equivocarme
a olvidar
a despistarme mirando las orquídeas
a tomarme para almorzar el tiempo que se tomaría un ser humano y no un cerdo
a reír
a interactuar
a que me guste el rey
a hacer las cosas con calma
,
a la pausa
a un ritmo que me deje respirar
a tomarme un café
a charlar con los cocineros y usar su delantal
a  dibujar con las salsas en los platos
(o sea, a jugar con la comida)
a elegir la música y a no escuchar el mismo disco todo el día
a ser amable
a tomar té de ginkgo biloba para la memoria
a que mi mundo no se reduzca a un salón de té
a no trabajar para otros ni diez ni once ni doce horas al día aunque sea viernes o sábado
a sentir bronca porque una hora de mi trabajo no llegue a valer dos dólares con cincuenta y aún más bronca por saber que no soy la más explotada de ahí
a ser pésima para obedecer al pie de la letra
a odiar dar órdenes
a hacerme la sorda
a jugar
a la picardía
a cumplir caprichos
a gastarme la plata en regalos, en conciertos y en papel y minas
a preguntar
a chismosear
a boludear
a tener miedo de abrir un vino
a no querer atender a algunas personas
y a recordar siempre, siempre, siempre que esa en realidad no es mi vida.

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

1 comentario:

Luna Roi dijo...

Mi derecho a no acudir al trabajo, de dormir a deshoras, de importarme yo más que ellos, mi derecho a no tener una foto de nadie en la mesa, a hacerme gozar con una mano debajo de la mesa, a tirar el café en el teclado del computador, a no coger el teléfono, a escribirte estas palabras en horas de urgencias periodísticas. A mandarte un beso!

Muac

Lu.