El proceso creativo y la vida misma están llenos de altibajos -no le digo nada nuevo-. Hay momentos en los que uno está terriblemente hábil para lograr resultados satisfactorios y momentos de bloqueo total. Si bien es cierto que en la música esto es siente con innegable claridad, puede verse también en el resto de actividades que exigen poner todo lo que uno tiene en cada decisión.
Es normal que se quiera tener una vida llena de éxitos, uno tras otro, una vida directa hacia la cima que le permita vivir con la tranquilidad de estar haciéndolo todo siempre bien. Por fortuna o por desgracia, este supuesto éxito asegurado e infalible no es más que una idea adoptada por la publicidad para vender más fácilmente los productos: esos productos que nos prometen la vida preciosamente ligera de la sonrisa del éxito. Pero, digámoslo abiertamente: es una farsa.
Uno de los ejercicios más lindos de hacer con la historia del arte es sentarse con un libro en las manos a mirar la transformación de un artista, desde los primeros trazos hasta la muerte. En esto Dalí es uno de los más fascinantes. Es increíble cómo va cambiando la técnica, el estilo, el color, las formas... incluso la emoción y la posición política del individuo se ven reflejadas en las obras.
Hace unos años escuché decir a Fernando del Paso (escritor mejicano) en una conferencia, algo como que el peor mal que nos había hecho España era hacernos sentir que si no somos Cervantes no existimos. Hollywood se ha encargado bien de la misma tarea inventando la superstar y así, cada vez más, nos venden caras y nombres en las calles, en las revistas, en la tele, en Internet, hasta en las universidades. Hay, sin embargo, una manera de combatir esa mitificación de individuos -que responde a una lógica más comercial que de otro tipo-: conociendo gente.
La mayoría de mis personas preferidas no sale en MTV, en Soho, en Vogue o en Fox y ojalá no salga nunca. Mis personas preferidas lo son por su calidad humana, por su inteligencia y por su pasión, y estas cualidades pueden encontrarse muy lejos del logro (comercial) asegurado por la editorial Planeta o por EMI Music. Hay tal vez que aprender a lidiar con el éxito, si llega, o robarle un poco de comodidad a estas empresas montadas para generar ganancias, para así poder dedicarse a proyectos más lindos, más satisfactorios, más irreverentes, más valiosos.
En todo caso lo esencial no es una serie de exclamaciones aprobatorias pronunciadas por familiares, compañeros, profesores y fans. Lo esencial es cuánto disfrute uno hacer lo que hace. Hablarse sinceramente y saber que simplemente no puede hacer otra cosa, preguntarse si está satisfecho, estética, emocional, política y éticamente satisfecho. Está claro que no es posible agradarle al mundo entero, incluso se puede no agradar a nadie... pero es que si fuera por la aprobación de los contemporáneos no existiría la obra de innumerables personajes que hoy admiramos.
Tiene usted veintitantos años y una expectativa de 60, 70, 80... (¿?) No se trata de conseguirlo todo ya, se trata de andar por un camino que a veces es desértico pero que tiene los amaneceres más lindos del mundo. Si pinta hágalo porque no puede hacer nada más, porque si no lo hace se vuelve estéril, no porque a una chica le gusten o no dos o tres cuadros. Pero aprenda a aceptar confrontaciones, críticas, negativas. Tamícelas, digiéralas, sopéselas y pregúntese si tienen sentido y por qué, si le interesan y si debe buscar otro camino.
agosto 04, 2010
Crear
Esto se lo escribí específicamente a alguien y en el proceso aclaré muchas cosas. Espero que no le moleste que lo copie acá:
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3 comentarios:
Ha recopilado ud. sabiduría de muchos personajes en este post, casi casi, puedo decirle quién le dijo cada cosa, y cuales obviamente son suyas. Podría ud. ayudarme a mí, resulta que nadie ha podido hasta ahora; nadie dice nunca nada nuevo, depronto termine siendo ud.
qué claridad
:D
(te han sentado los Buenos Aires)
Excelente post, justo las palabras que ando buscando en estos momentos...Saludos desde Argentina
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