enero 21, 2011

Mi pequeño homenaje a María Elena

Esto lo escribí para otro blog pero no me dejaron publicarlo. Ahora lo pongo acá.


Murió María Elena Walsh leí el domingo en el diario, y sentí en el estómago el dolor profundo de crecer.
Como mi madre ha dedicado gran parte de su vida a pomover la literatura infantil, crecí rodeada de una cantidad inusual de libros para niños. Recuerdo con amor y aún disfruto sus ilustraciones, sus historias, lascanciones y los juegos de tradición oral con los que descrubrí las fascinantes posibilidades de la imaginación y que siguen revelándome nuevos significados. Las palabras y la música de María Elena Walsh ocupan, por supuesto, un lugar de honor en mi memoria. Cada vez que las leo, las escucho o las recuerdo, me transportan suavemente a momentos llenos de emoción y vuelvo a sentir unas ganas enormes de ver cómo es elReino del revés o de irme a París cantando Manuelita dónde vas con tu traje de malaquita y tu paso tan audaz.
María Elena Walsh no vivía -como Manuelita- en Pehuajó (que significa “terreno pantanoso”), pero seguro que alguna vez pasó por allí. Nació en un caserón de Ramos Mejía (Gran Buenos Aires) el primero de febrero de 1930 y creció en una familia de clase media, con un padre de ascendencia irlandesa que solía recitarle nursery rhymes cuando era niña. Más tarde se trasladó a Buenos Aires, estudió dibujo y pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y vivió aquí casi toda su vida. Empezó muy joven a escribir y a publicar poesías en diarios y revistas; a finales de los cuarenta viajó a Nueva York con el poeta Juan Ramón Jiménez, pero estuvo sólo algunos meses. En 1952 se fue a París con Leda Valladares, huyendo un poco del mundo literario y de la censura peronista tras la muerte de Eva. Allí cantó durante cuatro años, en un ambiente donde había más libertad de costumbres, y le dio un giro a su carrera: empezó a escribir para chicos las canciones y los poemas que, con el tiempo, se han convertido en parte fundamental de la literatura infantil y de la tradición oral y de América del Sur.
Me entristece su muerte como lo hace saber que han desaparecido ya otras grandes mujeres latinoamericanas: Mercedes Sosa, Celia Cruz, Gabriela Mistral, María Cano, Manuelita Sáenz. Mujeres de aquellas -¡Ay Chavela!-. Pero también me hace feliz su paso por el mundo y me llena de orgullo sentir que piso ahora su tierra y compartiré siempre la lengua que usaron para dejarnos su inmensa herencia.
María Elena Walsh la enterraron ayer a la mañana en el Cementerio de la Chacarita, tras haber sido velada durante la noche en SADAIC. La cultura y la ciudad estuvieron de luto.

La forma
Dios sigue haciendo piedras y animales

con las antiguas formas de la vida.
Sigue poniendo pájaros iguales
sobre la misma tierra repetida.
Pero para la voz recién nacida
todas las cosas son originales,
y al cantar las descubre sorprendida,
desde su cárcel, desde sus umbrales.
Si estoy en medio de la noche y siento
que otra vez vuelven con la primavera
la renovada antigüedad del viento
y la luna que vi por vez primera,
muero, pero renazco al otro día,
húmeda de reciente alfarería.
María Elena Walsh

1 comentario:

Pi dijo...

Un comentario de un relación muy D-sub...

Mira que cada que escucho hablar de Maria Elena, se me viene a la mente una cadena de comentarios en flickr a propósito de una foto de una tortuga que va caminando en un andén... la recuerdas?, y entró también Manu, contando cuantas infinitas veces le cantaron esa canción... y yo bueno, ahí la memoricé.

Beso!