Cuando entré a estudiar arquitectura se hizo inmediatamente evidente una dificultad que me acompañaría durante los años que estuve ahí y que al final -sumada a otras cosas- me haría desistir: la lógica estructural y yo nos llevamos muy mal.
Angustiada, pregunté a mi profesor de taller I cómo solucionar la estructura de mi composición espacial, a lo que él respondió de manera sencilla y con el humor ácido que lo caracteriza: "No se preocupe, eso lo sostiene el espíritu santo." En su defensa debo decir que es un hombre que sabe de estructuras arquitectónicas como pocos en Colombia, no obstante en esta época en la que el país parece hundirse, volverse líquido, perder su forma y su piso entre tanta lluvia, no pude evitar recordar esa inicial conversación y sonreír con cierta amargura. Querámoslo o no, a un país mal planificado y mal construido no lo sostiene el espíritu santo.
"Esto es una tragedia", me escribe mi madre por correo y adivino o invento en sus palabras cierto tono de queja por lo inexplicable, por un "castigo divino"... Por supuesto, lo que está pasando es tremendo, pero la cosa no es gratuita, no es obra de Dios castigando al pueblo pecador, sino una clara consecuencia de los errores, la negligencia y la corrupción de un país, durante siglos, en materia urbanística y arquitectónica.
Qué dios lo oiga y el diablo se haga el sordo, dice el proverbio popular... pero hay que ver cuántos diablos somos y de qué manera nos hemos hecho los sordos.
2 comentarios:
Todo lo sólido se desvanece en el aire...
Oiga no había leído este, puedo compartirlo?
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