Ésa (la de Deng en 1989, animado por M. Friedman) en concreto fue la oleada de reformas que transformó a China en el taller industrial de mano de obra barata del mundo y, por tanto, en la ubicación preferida de las plantas de producción subcontratadas por prácticamente todas las multinacionales del planeta. Ningún país ofrecía condiciones más lucrativas que China: impuestos y aranceles reducidos, autoridades corruptibles y, por encima de todo, una mano de obra abundante y escasamente remunerada que, durante muchos años, no iba a querer arriesgarse a exigir salarios dignos ni las protecciones laborales más básicas por miedo a las más violentas represalias.Cuando nací había un muro en Berlín y un polo del mundo comunista pero yo no recuerdo ninguno de los dos. También había un gobierno militar en Chile y otro en Paraguay. Lo de Chile lo supe siempre y sé que de algún modo el golpe que destrozó el sueño de Allende y la vida de tantas personas, es la primera de una serie de casualidades que desembocaron en mi aparición en este mundo. De la segunda me enteré 20 años después y me avergüenza profundamente ignorar tantas cosas de la historia latinoamericana. En esta ciudad he tenido la fortuna de escuchar a menudo hablar guaraní, poco a poco despierto.
Para los inversores extranjeros y para el partido, éste ha sido un arreglo con el que todos han salido ganando. Según un estudio de 2006, el 90% de los "multimillonarios" de China (calculados en yuanes chinos) son hijos de funcionarios del Partido Comunista. Son en total, aproximadamente, unos 2.900. Estos vástagos del partido (conocidos como "los principitos") controlan una riqueza valorada en 260.000 millones de dólares estadounidenses. Se trata de un calco del Estado corporativista del que Chile fue precursor en tiempos de Pinochet: una puerta giratoria entre las élites empresariales y políticas que unen su poder para eliminar a los trabajadores como fuerza política organizada. Este acuerdo de colaboración es apreciable hoy en día en el modo en que las empresas multinacionales mediáticas y tecnológicas ayudan al Estado chino a espiar a sus propios ciudadano y a asegurarse de que cuando los estudiantes realicen búsquedas por Internet de expresiones como "masacre en la plaza de Tiananmen" o, incluso, "democracia", no aparezca ningún resultado en la pantalla. "La creación de la sociedad de mercado actual no fue consecuencia de una secuencia de hechos espontáneos", escribe Wang Hui, "sino de la interferencia y la violencia estatales.
diciembre 16, 2011
China
Por razones más o menos inexplicables e impulsada por una serie de afortunada casualidades, últimamente pienso mucho en China. Leyendo un libro de Namoi Klein tremendo e inmensamente doloros -La doctrina del Shock- me topé con esto:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario